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dijous, 5 de desembre del 2024

El dios de los helechos - Daniel Galera

A veces como lector me muevo por intuiciones, y cuando esto ocurre y el libro que he comprado en un arrebato sin saber nada me gusta mucho, no puedo evitar pensar en aquél que decía que le encantaba que los planes le salieran bien, fumando un puro. Menos mal que dejé de fumar hace muchos años, porque últimamente estoy acertando.

El dios de los helechos, del brasileño Daniel Galera, publicado en castellano por Random House con traducción de Rosa Martínez Alfaro, es un claro ejemplo de esta situación. Lo he leído en la edición en catalán de Males Herbes, pero he decidido hacer esta entrada para aquellos que no podéis leer en catalán, ya que es un libro que vale mucho la pena. Es un tríptico de tres relatos de lectura independiente, de tonos, ritmos y ambientaciones muy distintas, pero con un estilo muy peculiar, elaborado, poético a veces, que me ha convencido totalmente. 
Y eso que el primer relato, que da nombre al libro, es una historia costumbrista, sin ningún matiz de género por ninguna parte, pero que va muy bien para acostumbrarse al estilo del autor. Cuando una pareja debe tener su primer hijo el mismo día de las elecciones del gobierno en su país, Brasil, en las que parece que la extrema derecha ganará de forma clara, tanto uno como otra, en esta ocasión tan especial, se plantean muchas cosas. Es normal en esta situación tener muchas dudas y hacer algunas tonterías, como les ocurre a los protagonistas. No sé si las lectoras femeninas que hayan pasado por un parto pueden sentirse mínimamente reflejadas en lo que explica el autor, yo he empatizado totalmente con el padre. Los que hemos tenido hijos, incluso los más voluntariosos, implicados y motivados, hemos tenido esa sensación de inutilidad y de falta de comprensión de lo que ocurre en el cuerpo femenino en el momento de la verdad.

La segunda historia, Tokio, está ubicada en un futuro más lejano, en el que los efectos del cambio climático son muy evidentes. Es el relato que más me ha gustado, porque está lleno de detalles especulativos muy interesantes, por ejemplo, el protagonista gestiona en su casa una granja acuapónica, y explica algunos detalles sobre ella. Existe una tecnología que escanea el sistema nervioso de una persona y lo almacena en un soporte digital. El proceso provoca que la persona muera y entonces se hace llegar ese soporte físico a una persona de su elección, que debe cuidarlo y conservarlo. La mayor parte de la historia ocurre en sesiones de terapia de la AIPPH (Asociación para la Investigación y la Práctica de las Posthumanidades) donde, personas que han recibido por parte de sus familiares estos soportes digitales llamados pupas, intercambian experiencias y dudas con otros usuarios. Me ha gustado mucho la variedad de tipos de pupas y de reacciones de las personas que deben gestionarlas. No quiero parecer exagerado, pero algunas reflexiones sobre las implicaciones antropológicas, sociológicas y filosóficas de esta nueva tecnología me han parecido al nivel de los relatos de Ken Liu o Ted Chiang, de los que, como los lectores habituales ya sabéis, soy un gran fan.

El tercer relato, Bugonía, está situado en un futuro mucho más lejano y tiene un tono postapocalíptico, de supervivencia y de nueva comunión con la naturaleza, en una mezcla muy interesante de ciencia ficción y fantasía. Narra, desde el punto de vista de una protagonista algo peculiar, el día a día de una comunidad, el Organismo, formada por pocas decenas de seres humanos, cada uno con sus tareas y habilidades, y cómo se relacionan con su ambiente y con su historia. La llegada de una persona de fuera de la comunidad trastocará la paz que había hasta ese momento. Os recomiendo que, si no conocéis el significado del título, no lo busquéis hasta terminar el relato. Una vez finalizado el libro me reafirmo que los relatos son de lectura independiente, pero me planteo si la intención del autor es marcar una posible cronología del futuro de nuestra especie con una visión más bien pesimista (o realista, ya no lo sé …). Lo que sí tengo claro es que no será lo último que leeré de este autor y que os recomiendo el libro encarecidamente.

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