dimarts, 31 de desembre del 2019

Que difícil es ser Dios - Arkadi y Boris Strugatski

Los lectores habituales del blog ya sabéis que tengo lagunas importantes respecto a los clásicos de ciencia ficción y que, poco a poco, me voy poniendo al día. Entre los autores que despertaban mi curiosidad estaban los hermanos Strugatski, de los que he estado varias veces a punto de comprar o de coger prestadas en la biblioteca algunas novelas, tanto en catalán como en castellano, pero nunca me había acabado de decidir. La nueva edición de Que difícil es ser Dios publicada por Gigamesh en la colección Gigamesh breve con traducción directa del ruso de Justo E. Vasco y Raquel Marqués ha sido la excusa perfecta.
Mi sensación final es agridulce, ya que la historia tiene un planteamiento y un desarrollo muy interesantes, pero no he acabado de conectar con la novela, sobre todo debido a como los autores explican la historia, más que a lo que explican. 

La novela está ubicada en un mundo que no es la Tierra, aunque está habitado por seres humanos que viven en una época equivalente a la edad media europea. El protagonista principal, Don Rumata, sí que es terrestre. Es un estudioso que forma parte de un cuerpo especializado encargado de grabar, observar y analizar la evolución de la sociedad de este planeta, sin poder intervenir en los sucesos que presencian. Un dilema bastante recurrente en la ciencia ficción. 
Don Rumata está infiltrado como un aristócrata de la corte en uno de los países del planeta, por lo que vive con muchos privilegios y tiene contacto con las personas que ostentan el poder y goza de cierta inmunidad ante las desgracias que sufren los pobladores de ese país. También ayuda que su habilidad con la espada sea legendaria. Uno de los asesores del monarca está acaparando mucho poder y está eliminando de forma violenta y sin misericordia a sus rivales y a todos aquellos que tienen ocupaciones relacionadas con la cultura, de forma que saber leer y escribir te convierte en sospechoso y, a menudo, en cadáver. Intentando no llamar la atención Rumata interviene en favor de algunos intelectuales del reino ayudándolos a escapar a otros países con gobernantes más tolerantes. Pero es muy difícil actuar de esta manera sin levantar sospechas.
Es curioso que esta obra superase la censura del régimen comunista y se pudiera publicar en los sesenta, ya que es una  crítica brutal y sin disimulo hacia los regímenes totalitarios y la eliminación de aquellos que no comulgan con las ideas de los gobernantes, hecho habitual en aquellas décadas en la URSS. Viendo como está el panorama en la política española, espero que nadie pille ideas de la trama de la novela... miedo me da. Aunque es una obra cruda y con escenas muy duras, el humor también está presente, a menudo relacionado con el tema de la higiene de los habitantes del planeta y las manías de Don Rumata. 
La trama es muy interesante, y me ha gustado mucho la forma como la novela plantea varios dilemas morales, siendo el principal el hecho de si observas la injusticia y la decadencia moral y no luchas contra ella te convierte en cómplice o en un mero superviviente. Pero ya desde el prólogo (que no veo como enlaza con la historia principal) no he conseguido  conectar con la novela.


En un primer momento pensé que la poca fluidez que percibía y mi sensación de desconexión podían ser debidas a la traducción. Por tanto revisé otras versiones más antiguas de la misma novela y tuve el mismo problema, así que creo que con lo que no he acabado de conectar  es con el estilo narrativo de los autores. Cada vez estoy más convencido que el trabajo de los traductores es más influyente en la experiencia lectora: comparando las dos versiones de esta novela, revisando los mismos párrafos, parecía que estaba leyendo historias diferentes. 
La historia ha sido llevada en un par de ocasiones al cine y, viendo el trailer de la más reciente sí que me quedé con mal cuerpo y me trasladó a un mundo sucio y repleto de violencia. La novela no logró generar en mi esta sensación, y es habitual que me pase al revés, que la novela me haga sentir más cosas que el producto audiovisual.
Aunque mi experiencia no ha sido totalmente satisfactoria sí que os recomiendo la lectura de la novela, ya que plantea algunos argumentos interesantes y he detectado revisando otras valoraciones que mis sensaciones con el estilo son minoritarias. Estoy convencido que volveré a dar una oportunidad a los hermanos Strugatski, y ya tengo un par de sus novelas en el punto de mira, aunque acepto recomendaciones.

dijous, 19 de desembre del 2019

Lo bueno si breve - 12

Hoy os presento mi sección del número 15 de la revista Supersónic. Como siempre, está lleno de jugosos relatos y de las secciones habituales. No lo dejéis escapar. 

En esta última entrega de la revista voy a hacer un homenaje al añorado blog Sense of Wonder del compañero Elías Combarro y voy a proponeros una banda sonora para la sección: «Thetimes they are a changin’» de Bob Dylan, a poder ser en la versión de Tracy Champman del concierto homenaje a los treinta años de la carrera de este cantautor americano.
Los lectores habituales de Supersonic ya sabéis que el objetivo de esta sección es comentar los ganadores de los grandes premios de narrativa breve. Si el número anterior estaba dedicado a los premios nacionales, hoy le vuelve a tocar el turno a los internacionales: Nebula, Locus y Hugo.
Siguiendo la tendencia de los últimos años la mayoría de los premios de narrativa breve internacionales han sido para escritoras de varias etnias y nacionalidades y la presencia masculina ha quedado relegada al escritor afroamericano Phenderson Djèlí Clark con un relato que trata sobre la esclavitud. Si tenemos en cuenta que los tres premios a mejor novela este año se los ha llevado Mary Robinette Kowal con The Calculating Stars y añadimos a la ecuación los tres años que lleva ganando galardones N.K. Jemisin con su trilogía de la Tierra Quebrada, estoy convencido que entenderéis la propuesta de banda sonora. No me atrevo a valorar las causas: cambio en la población que vota, más presencia de las escritoras en las revistas y antologías de ciencia ficción, un efecto rebote a algunos comentarios y campañas de años anteriores de escritores blancos de derechas, … no tengo datos suficientes para mojarme ni he podido leer todas las novelas y relatos nominados. De lo que sí estoy seguro es que ahora los escritores no escriben peor ni las escritoras mejor que hace unos años, por tanto las causas las atribuyo más a motivos sociales que a motivos literarios. Pero me alegra que las autoras tengan más visualización y presencia que en épocas anteriores. Viendo la lista de los nominados a los premios Ignotus tengo la sensación de que esta dinámica está llegando también a la ciencia ficción en castellano, aunque no de manera tan abrumadora. En cambio, a partir de la lista de nominados de los premios Ictineu se nota que la presencia femenina en el género en lengua catalana todavía es muy minoritaria.

Este año la cosa va de dobletes, ya veréis. Voy a comenzar por el formato de novela corta. Aunque no ha ganado los tres premios como el año pasado Martha Wells y las aventuras de Murderbot vuelven a estar presentes con más de un premio, en este caso el Locus y el Hugo. Artificial Condition es la segunda parte de las aventuras de este robot de seguridad, en la que intentará averiguar algunos aspectos misteriosos de su historia que pueden ir relacionados con el origen de su capacidad para hackear su módulo de control y actuar como un ser independiente. La trama es entretenida y divertida, aunque no tiene la frescura de la primera novela, y algunos chascarrillos son reiterativos. El gran acierto de la novela es el personaje secundario ART, la IA de una nave de exploración en la que Murderbot se embarca y que le ayuda en sus correrías. La editorial Alethé ha publicado en noviembre esta segunda parte con traducción de Carla Bataller.
El Nébula se lo ha llevado Aliette de Bodard con The tea Master and the Detective, una historia ubicada en su fascinante universo de Xuya, un escenario futurista en el que predominan las culturas asiáticas, la exploración del universo y la colonización de nuevos territorios y naves gobernadas por mentes de origen humano. El escenario es tan amplio que le permite jugar con todos los aspectos que le interese contar como escritora, y en el caso que nos ocupa, le deja hacer un homenaje al personaje de Sherlock Holmes. La historia es interesante, pero demasiado larga para mi gusto, no es de las historias de este universo que ha gustado más, aunque siempre estoy dispuesto a volver a introducirme en él.


 Los relatos ganadores de la categoría de relato largo no han terminado de convencerme. El Nebula y el Locus los ha ganado The Only Harmless Greatest Thing, de Brooke Bolander. La trama se basa en un par de historias reales, la muerte de unas trabajadoras debida a la radiación y el espectáculo creado a partir del sacrificio por electrocución de un elefante que mató a diversas personas. La autora mezcla las dos historias e introduce otras relacionadas con la cultura de los elefantes y su capacidad de comunicarse con los seres humanos. El resultado final me ha parecido muy confuso y el estilo narrativo, que es de lo más elogiado de esta historia, no me ha convencido. El Hugo ha sido para Zen Cho, con su relato If at First You Don’t Succeed, Try, Try Again, una historia de superación y perseverancia protagonizada por un ser mitológico que quiere ascender al cielo para convertirse en dragón, empresa a la que deberá dedicar muchos siglos y en la que los seres humanos participaremos de múltiples formas. No he conseguido empatizar con el personaje y la narración me ha parecido algo reiterativa, aunque con algunos momentos brillantes, sobre todo en lo que respecta al uso del humor.

En cambio, los ganadores de la categoría de relato corto son los que más me han gustado este año, y ambos son de autores que desconocía. El doblete en esta categoría es para Phenderson Djèlí con The Secret Lives of the Nine Negro Teeth of George Washington, que ha ganado el Locus y el Nebula y que podéis disfrutar en español en este número de la revista gracias a la traducción de Marcheto. Según la historia, George Washington tenía graves problemas dentales y utilizaba dentaduras postizas de diversos materiales, incluso algunas echas de dientes humanos. Se especula que, en algunos casos, estos dientes eran de esclavos africanos. El autor toma esta idea y le da un toque mágico, explicando de forma muy breve el origen de cada uno de estos dientes y las sensaciones que tenía el presidente americano cuando los utilizaba. Muy original, aunque la estructura puede resultar repetitiva, pero la breve longitud de la historia hace que no canse. Alix E. Harrow con A Witch’s Guide to Escape: A Practical Compendium of Portal Fantasies ha ganado el premio Hugo. Es un relato delicioso, divertido, tierno, dedicado a los libros, a los lectores y al gremio de las bibliotecarias y que te deja con ganas de visitar una biblioteca si, como es mi caso, hace tiempo que no vas. La protagonista es una bibliotecaria un poco particular, ya que es una bruja (como lo son la mayoría), que se esfuerza a que cada lector encuentre el libro que necesita en un momento determinado. En el blog Cuentos para Algernon encontraréis la versión en castellano traducida por Marcheto: no os lo podéis perder.
La cosecha no es de las mejores de los últimos años, pero hay algunas historias que os recomiendo sin dudas, sobre todo las más cortas. Ha sido un placer poder participar de este proyecto colectivo tan interesante, me lo he pasado pipa realizando esta sección y, aunque me apena no poder continuarla en este formato, no descarto mantenerla para el blog. Salud, y buenas lecturas.