Los habituales del blog ya sabéis que mi relación con Ursula K. Le Guin es complicada. De joven, cuando me atraía más la fantasía que la ciencia ficción, empecé los libros de Terramar, pero abandoné la lectura rápidamente: no era mi estilo. De mayor he vuelto a intentarlo en audiolibro, pero sigue sin convencerme este universo, llamadme hereje si queréis.
De hecho, no fue hasta la muerte de la autora en 2018 cuando, viendo las reacciones de muchos compañeros lectores y opinadores, decidí dar una oportunidad a su obra de ciencia ficción, básicamente la que está ubicada en el Ekumen. He leído todas las novelas, algunas en catalán y en castellano, me han gustado mucho, pero ninguna me ha hecho explotar la cabeza y pensar que estaba leyendo una obra imprescindible.
Hace poco he acabado de leer La Rueda Celeste en la versión en catalán de Duna Llibres con traducción de Anna Llisterri y algo ha hecho clic en mi cerebro. Ahora sí que entiendo todos los abrumadores elogios a la autora que me parecían algo exagerados en su momento. Esta sí que considero que es una historia descomunal con la que he conectado desde el principio. Bien, quizás desde el principio no, los dos primeros capítulos pueden ser ligeramente desalentadores, algo lisérgicos y llenos de nomenclatura científica y acrónimos relacionados con las fases del sueño. No os asustéis y continuad con la lectura. El libro no va por ahí.
La novela comienza en un futuro distópico en el que el personaje principal, George Orr, consume drogas para evitar soñar, ya que ha descubierto que, en ocasiones, sus sueños alteran parte de la realidad. Sólo él es capaz de detectar que se han producido cambios en la historia, el resto de la gente sigue su vida con normalidad dentro de los nuevos parámetros que él, sin querer, ha establecido en su sueño. Las autoridades le condenan a seguir una terapia con un psiquiatra especializado en el mundo de los sueños, William Haber. Aunque en principio no le cree, pronto descubrirá que su poder es real e intenta conducirlo y encaminarlo mientras sueña para beneficiar a la humanidad y solucionar parte de sus problemas (hambrunas, guerras, pobreza...). Pero ya sabéis que los sueños son fruto del inconsciente, y controlar el inconsciente es muy complicado y no todo sale como se espera.
Me ha encantado cómo la autora especula con los cambios que puede producir el soñador en la sociedad, rizando el rizo cada vez más, de forma que el lector no puede parar de leer entre un sueño y otro. Es una historia muy adictiva y divertida. No quiero entrar demasiado en detalles, pero el libro destila muy mala leche y un sentido del humor muy negro que no había detectado en otras obras de la autora. También quiero destacar a los personajes y su relación. Uno resignado, sin esperanzas y que se da por vencido. El otro laborioso y con buenas intenciones, pero que en el fondo es un cabronazo. En fin, que me ha sorprendido muy gratamente, y no puedo hacer otra cosa que recomendaros su lectura. Si leéis en catalán os recomiendo sin duda la edición de Duna Llibres. Si queréis leerlo en castellano, Minotauro publicó hace poco una nueva edición con traducción de Miguel Antón.
Buscando información he encontrado que hay un par de películas sobre el libro, una de 1980 y otra de 2002, e incluso una versión en teatro (esta adaptación ya la veo más complicada, sin embargo). No descarto echarles un vistazo durante estas vacaciones de Navidad.
Tengo una duda: Estos textos -que he leído con mucho cuidado- ¿son originales, traducidos por un humano o por una IA?
ResponEliminaLa redacción me resulta difícil de entender por las repeticiones casi en cada párrafo.
Son originales. Llevo desde 2013 comentando libros en el blog, y la IA sola lleva uno o dos años funcionando. Sí que es cierto que esta entrada en concreto es una traducción del texto de la entrada anterior, que escribí en catalán, pero revisada y modificada. Puedo entender que no te gusten, pero están escritos por un humano, aunque el Avatar sea el de Elvex, el robot soñador de Asimov. Un saludo.
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