Hoy toca comentar en esta sección los premios de
narrativa breve nacionales y, como es de bien nacido ser agradecido, voy a
comenzar por los premios que son a obra original no publicada, ya que los
autores galardonados me han permitido leer sus historias para poder realizar
esta sección. Muchas gracias, señores.
Es una lástima que un premio de tanta categoría como el
premio UPC se haya convertido en bienal y haya perdido la recompensa a nivel
económico. Acostumbraba a ser una fuente de novelas cortas de gran calidad. En
la edición de 2018 el ganador ha sido el periodista Francisco Guerrero con Gutterson. La historia refleja un futuro
no muy lejano en el que los desastres medioambientales han dejado a la
humanidad al borde del abismo. En la ciudad de MedCity el agente Gutterson
controla la zona que le ha asignado la IA del mando policial con la esperanza
de conseguir suficientes puntos para emigrar a Titania, la colonia que se ha
transformado en la esperanza de la humanidad. El tono de la novela es muy
divertido, (el protagonista es un poco pupas y me ha recordado a los personajes
perdedores de Mendoza) aunque la ambientación, muy bien lograda, tiene un toque
pesimista. Es una historia de aventuras de estilo cyber-punk que he disfrutado
mucho, aunque me ha descolocado un cambio en la actitud y habilidades del
personaje a mitad de la novela. La editorial Apache publicará la novela en
breve en su colección de novelas premiadas del UPC.
El Alberto Magno se lo ha llevado Javier Castañeda con Solo recuerdo su nombre. He leído casi
todo lo que ha publicado Javier, su estilo me gusta mucho, y creo que esta es
su novela corta más lineal, la que presenta menos sorpresas y en la que menos
se ha arriesgado. Eso no quiere decir que no sea una buena historia, que lo es,
pero estaba acostumbrado a encontrar algo más. La protagonista es una
investigadora que decide aceptar la investigación de un caso de asesinato en el
que está involucrada su poderosa familia, con la que no mantiene buenas
relaciones. La ambientación es muy interesante e incluye aspectos novedosos
como el uso de diferentes cripto-monedas o una estructura social en que la línea
entre empresa y nación es muy difusa, además de otros interesantes aspectos
tecnológicos que arruinarían la lectura y prefiero callarme (aunque a veces se
nota un exceso de celo del autor para destacarlos). Esta ambientación se mezcla
con aspectos de carácter más social que están en el punto de mira de nuestra
sociedad como los maltratos a mujeres o los derechos del colectivo LGTIB. En
definitiva, una mezcla muy interesante de ambientación futura, problemas
sociales e historia de amor.
En el ámbito de la Hispacón se otorgó el premio Domingo
Santos al relato La nota desafinada,
de José Manuel Fernández Aguilera. El protagonista de la historia es un robot
que forma parte de una orquesta robótica que tiene la misión de interpretar
piezas de música para una especie alienígena. Mientras está tocando el
instrumento recuerda algunas escenas de su vida anterior, que dan mucho juego a
la historia y son un contrapunto muy interesante de la trama principal. Como
relato funciona, pero creo que con un par de detalles se podría convertir perfectamente
en una novela corta mucho más interesante.
Ya que he comentado la Hispacón voy a hablar de los
Ignotus, que en categoría breve este año los han ganado tres autoras a las que
admiro. Nieves Delgado siempre me sorprende con la originalidad
de sus planteamientos sobre robots, inteligencias artificiales y trascendencia.
En 36, publicado por la editorial
Cerbero, narra el nacimiento y
evolución de una inteligencia artificial, y cómo se relaciona con los humanos
en las diversas etapas de su crecimiento. Una historia triste y conmovedora que
he disfrutado más todavía en la segunda lectura; en la primera la devoré y no
aprecié tanto algunos detalles de estilo y de historia, ni disfruté tanto con
el final. Segundo merecidísimo Ignotus para esta autora, que pronostico que no
va a ser el último.
El premio al mejor relato se lo ha llevado Elia Barceló
con Humo y espejos, publicado en la
antología Dark Fantasies. La primera
vez que lo leí pensé que estaba escrito para mí: siempre me ha fascinado el
ilusionismo y los grandes trucos, y siempre me ha intrigado lo que pasa entre
bambalinas con los voluntarios que salen al escenario a colaborar con el mago.
En este relato nos da una posible explicación sorprendente y escalofriante. Una
historia redonda narrada con la maestría habitual de la autora.
El premio al mejor relato traducido ha sido para Alliette
de Bodard con Tres tazas de aflicción a
la luz de las estrellas, traducida por Marcheto en su imprescindible blog
Cuentos para Algernon. La historia está situada en el Universo de Xuya, un
paraguas ucrónico en el que la autora sitúa gran parte de su narrativa breve,
de tono pausado y poético, no esperéis batallas espaciales, aunque las
protagonistas sean naves. En este caso la historia arranca con la muerte de una
importante científica que tiene información vital para mantener la producción
de recursos vegetales y animales para la población, y la cesión de sus
recuerdos a una de sus ayudantes en vez de a la familia, como manda la
tradición. Si en la familia hay una mente de nave, la situación todavía es
mejor. Me fascina el universo que ha creado esta autora, y esta es una de las
historias que destacaría dentro de él, un premio muy merecido.
Termino con los premios Ictineu, en los que he tenido el
placer de actuar como jurado en las categorías de narrativa breve. El mejor
relato traducido al catalán fue para Mike Resnick con L’exili d’en barnaby, traducido por Edgar Cotes y publicado en la
excelente antología de relatos de Resnick Sistemes
operatius alternatius por SECC edicions. Resnick sabe cómo tocarme la fibra
con sus relatos, es un autor al que admiro mucho. En este caso la historia se
centra en las reflexiones y experiencias de Barnaby, un simio que vive en un
laboratorio y al que se le ha enseñado a comunicarse con los humanos. El título
del relato es un spoiler, ya que parte de la historia se centra en su regreso a
la vida natural y las relaciones con sus congéneres. Un relato crudo y
conmovedor totalmente recomendable.
El premio al mejor relato escrito en catalán fue para el
veterano escritor Jordi de Manuel con L’hoste,
un cruel e intrigante relato post-apocalíptico narrado con su habilidad
habitual y relacionado con alguna de sus novelas y con influencias claras de The Road. El relato forma parte de la
antología Contes de Terror, publicada
por Apostroph, después de que los
autores participantes pasaran una noche en el Palau de Torrebesses, emulando lo
que pasó en la Villa Diodati.
Otro año de buena cosecha de los premios nacionales. A
ver qué nos deparan los internacionales, os lo contaré en el próximo número de
la revista. ¡Salud, y buenas lecturas!
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada