Si hace cinco años me dicen que habría leído decenas de relatos de autores asiáticos y que en mi top-ten de autores habría dos escritores de origen chino no me lo hubiese creído. La irrupción de autores y autoras de origen asiático en el género es un hecho, tanto a nivel internacional ( sólo hace falta mirar la lista de nominados o ganadores de los tres grandes premios del género) como a nivel nacional (la publicación de la antología Planetas Invisibles y de la obra de Ken Liu y Liu Cixin, por ejemplo).
En mi caso esto ha generado que esté mucho más abierto a explorar la obra de autores procedentes de países y culturas diferentes. Por eso cuando descubrí en Lektu la antología de relatos de autores africanos Afroturo(s), publicada por 2709 books, no lo dudé ni un instante. Mis lecturas de autores africanos o relacionados con el afrofuturismo se limitaban a Nnedi Okorafor y sus novelas sobre Binti, y N K Jemisin y su saga de The broken earth.
El libro está formado por cinco relatos bastante breves, elegidos entre los que forman parte de la antología Afrofuture(s) publicada por el colectivo de autores africanos Jalada. La traductora de todos los relatos es Alejandra Guarinos. La lectura ha sido interesante, muy recomendable, hay un par de relatos muy buenos, pero en ningún caso he tenido la sensación de estar leyendo algo excepcional y que descoloque mi top-ten, como me pasó con los primeros relatos que leí de Ken Liu o Liu Cixin.
El primer relato es Descubriendo el viaje en el tiempo, de Suleiman Aghbonkhianmen. El relato sigue el interrogatorio al que es sometido un científico que manifiesta que ha viajado en el tiempo llevado a cabo por un policía escéptico que lo acusa de destrozar una instalación científica del gobierno. El relato es entretenido, pero tiene un tono inocente característico de la ciencia ficción clásica que no me ha acabado de convencer.
El que me ha gustado más es El dragón no puede bailar, de Sheree Renée Thomas. La historia se basa en una tecnología que permite que el movimiento que realiza una persona lo imite otra persona que está a mucha distancia. La protagonista es una bailarina y coreógrafa que colabora con una estrella del Pop. El estilo muy poético de la autora y el final del relato me han encantado.
Ivor W. hartmann presenta en el entretenido relato La última transmisión un futuro pesimista en el que la humanidad ha desaparecido de nuestro planeta debido a las catástrofes generadas por el cambio climático. Millones de años después otra especie inteligente recibe las transmisiones del último humano superviviente. Este estilo de historias me interesan mucho, y por eso le perdono algunos aspectos científicos poco creíbles.
Continuum, de Zak Waweru es un relato muy crudo, extraño, confuso y demasiado breve para lo que muestra pero no acaba de explicar. La protagonista es una mujer que participa en un proyecto para determinar la capacidad de resistencia de los seres humanos. Deja demasiadas cosas en el aire, aunque me ha dejado intrigado.
El último relato de Ytasha L. Womack es tan extraño como su nombre: Para chicas digitales que beben tónica en el bar cuando Purple Rain no basta. Es una historia que mezcla la obsesión por las redes sociales con una tecnología que permite guardar la memoria de las personas para consultarla una vez la persona ha muerto. ¿Os viene a la cabeza Black mirror? Interesante, pero un poco confuso al final. Me he quedado con la sensación que me faltaba información, pero me ha gustado.
En definitiva, una antología interesante que permite conocer algunas de las voces que escriben ciencia ficción provenientes del continente africano. Algunas de los autoras me han sorprendido, y voy a estar pendiente de su carrera.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada