Nota: Esta es mi colaboración con la revista Supersonic nº7. Ya estáis tardando en descargarla, está llena de entrevistas jugosas, secciones interesantes y relatos espectaculares de Lavie Tidhar, Eduardo Vaquerizo, Mike Resnick, Susana Vallejo, Sergio Mars, Angela Slatter y Víctor Conde, entre otros.
En el artículo de este número voy a comentar los relatos y novelas breves premiados durante el año 2016. El elenco de los ganadores es una mezcla de autores veteranos y consagrados, autores y autoras que están en proceso emergente y empiezan a destacar dentro del panorama del género, y autores y autoras noveles pero que prometen mucho. He disfrutado mucho preparando esta sección, creo que lo he repetido en cada artículo, pero esta voy a intentar repetirla cada año, me encanta descubrir a nuevos talentos, y la carrera de algunos de los que aparecen por aquí voy a seguirla con atención.
Como de bien nacidos es ser
agradecidos, antes de empezar quiero agradecer a los escritores que me han
permitido leer su obra para poder incluir a todos los premios en el artículo,
ya que algunos de los relatos y novelas que comentaré todavía no están
publicados (pero espero que pronto lo estén). Vamos a ver qué tal ha ido la
cosecha.
Los malos tragos es mejor pasarlos
rápido, o sea que vamos a empezar por el Premio Nocte, que otorga La Asociación
Española de Escritores de Terror. El ganador fue David Jasso, con el relato
“Los peces”, perteneciente a la antología Donde
Reside el Horror publicada por Edge. Todos los relatos de la antología
están relacionados con los Mitos de Cthulu, pero no hace falta ser un gran
conocedor de la obra de Lovecraft para “disfrutar” con el opresivo ambiente que
recrea Jasso en su relato. Un comienzo más bien tranquilo y en apariencia
inocente termina en una situación agobiante y un giro inesperado que me
sorprendió. He leído varios relatos de este veterano autor zaragozano, su
estilo me gusta mucho aunque siempre me han dejado mal cuerpo. Algún día tengo
que aventurarme en sus novelas, pero reconozco que tengo algo de miedo, no me
atrevo...las emociones tan fuertes no me van, seguramente continuaré
conformándome con pequeñas dosis de su mala leche.
El premio Alberto Magno fue otorgado
a “Ciudad nómada, rebaño miseria”, de Pablo Loperena. El world-building de esta novela breve es espectacular: En un futuro
en el que el medio ambiente ha sido modificado de un modo programado, para que
todos los materiales sean reciclados y la máxima extensión de superficie sea
productiva, grandes ciudades circulan lentamente cosechando los productos
vegetales que encuentran a su paso. Bajo las ciudades, siguiendo su ritmo,
sobreviven con dificultad enormes rebaños de personas que viven de los restos y
de la beneficencia, agrupadas en diferentes tribus, cada una con su cultura,
sus reglas y los inevitables conflictos entre ellas. En un principio ubicarse
en la historia no es fácil, pero Loperena consigue dar la información necesaria
para ir descubriendo el escenario que plantea sin info-dumps, con un ritmo muy bien planeado. La historia termina de
manera satisfactoria, pero creo que un universo tan bien logrado y lleno de
detalles tiene que ser escenario de muchísimas más historias. Es ideal para una
antología estilo fix-up, o para una
novela coral. Pablo Loperena no es un completo desconocido, ha participado en
diversas antologías de relatos, pero este es su primer gran éxito. Estoy
convencido de que oiremos hablar de él en el futuro.
Del que sí hemos oído hablar, y
mucho, durante este año es de David Luna, sin duda uno de los autores que más
ha triunfado en 2016.
En septiembre ganó el premio UPC con
“Éxodo”, una novela breve adictiva, de ritmo altísimo y que no da tregua al
lector en ningún momento. En un futuro lejano la humanidad ha conseguido llegar
a las estrellas y colonizar un planeta, pero la fauna y la flora autóctonas, de
gran tamaño, no facilitan demasiado la labor. A lo largo de las generaciones,
los grupos humanos han evolucionado hasta una estructura social y reproductiva
parecida a la de una colonia de abejas o hormigas, con castas de guerreros,
exploradores, clérigos, y una reina que tiene en exclusiva la capacidad
reproductiva. La historia se centra en la migración que debe efectuar uno de
los grupos hacia latitudes superiores del planeta para intentar compensar el
incremento de la temperatura durante el cambio de estación. El narrador en
primera persona de la novela es el jefe de seguridad de la colonia, y, aunque
insiste en repetidas veces que los protagonistas son humanos, se me ha hecho
difícil visualizarlos como tales debido a los cambios fisiológicos y de
comportamiento que presentan, y por cómo se relacionan con los habitantes
originarios del planeta. Una mezcla muy interesante de especulación, acción y
misterio.
En noviembre David Luna también ganó
el premio Domingo Santos con el relato “La fiebre”. La historia refleja una
situación parecida a la de la novela que he comentado anteriormente, pero a la
inversa. En este caso es la Tierra el escenario de una invasión de una raza
alienígena que desemboca en una guerra brutal. El armamento nuclear y químico utilizado
en la guerra ha generado un cambio climático en nuestro planeta, de forma que
la temperatura ha subido tanto que la tecnología de los invasores está fallando
y su fisiología está a punto de hacerlo. Aunque la historia se sitúa en un
momento de tregua, la migración que deben emprender los alienígenas para buscar
temperaturas más bajas creará situaciones de conflicto. Un escenario complicado
para utilizar en un relato tan breve, pero Luna consigue con éxito crear un
ambiente de tensión, desesperación y claustrofobia. A mi me gustó mucho y estoy
seguro que a James Lovelock le encantaría.
El Ignotus a la mejor novela corta
se lo llevó “Naturaleza humana”, de César Mallorquí, presente en su última
recopilación de narrativa breve Trece
Monos, publicada por Fantascy. Ya había comentado esta novela en una
edición anterior de esta sección que trataba sobre el premio UPC, ya que
recibió la mención del jurado de este premio en 2012. La historia es una
distopía con toques de space-opera y
estructura de thriller. En una
sociedad marcada por la guerra con unos alienígenas muy combativos, una
psicóloga es reclutada por el ejército para buscar fallos de seguridad en la
jerárquica estructura militar. Su investigación la llevará a plantearse los
motivos de la guerra y sus consecuencias en la sociedad en la que vive. La
trama mantiene la intriga durante gran parte de la historia, pero parte de la
resolución la vi venir de lejos. Aún así, una lectura totalmente recomendable.
El Ignotus al mejor cuento fue para “La bestia humana de Birkenau”, de Sergio Mars. La historia da una vuelta de tuerca más sobre los horrores que cometieron los nazis en los campos de exterminio, con algunas reflexiones interesantes sobre la compasión, la redención y la humanidad. Está bien escrito, pero no me emocionó, ni tocando el tema escabroso que toca (lamentablemente, creo que estamos un poco inmunizados en este tema). En una segunda lectura me ha gustado más que la primera vez, pero continúa sorprendiéndome su elección, ya que cuando leí la antología en la que se publicó el relato, Mariposas en el oeste, no consideré que fuera uno de los relatos a destacar.
En cambio “Llers 1939”, de Enric Bassegoda, ganador ex-aequo del premi Ictineu de relato, sí que fue el que me gustó más de la interesante antología Catalunya Mítica, publicada por Orcinny Press. En un relato muy correcto Bassegoda utiliza un mito vampírico catalán, el del Conde Estruc, y lo sitúa en un contexto de caos como el que fue la Guerra Civil para justificar un hecho histórico espectacular. Un debut muy prometedor.
En los tres grandes premios
internacionales cabe destacar el gran éxito de las autoras, a diferencia de lo
que ha pasado en nuestro país este año (y en
años anteriores, para que engañarnos). Creo que esta tendencia en los
próximos años va a cambiar, ya que muchas editoriales nuevas están optando por
el formato breve más que por la novela, y cada vez más autoras están
publicando, por tanto habrá más posibilidades de que haya ganadoras.
En novela breve (novella) la gran ganadora ha sido Nnedi
Okorafor con “Binti”, que se ha llevado el Hugo y el Nébula. La ambientación de
la historia es muy interesante. Una joven muy inteligente perteneciente a una
minoría étnica viaja desde la Tierra al planeta donde está ubicada la
universidad más importante del Universo. En su viaje va a encontrarse con una
situación problemática, que lamentablemente se resuelve utilizando el azar y
las coincidencias, cosa que provocó que no terminara de convencerme. Aún así el
universo que plantea despertó mi curiosidad, y di una oportunidad a la
continuación, en la que corrige algunos de los fallos que detecté en la primera
parte. Aunque no sea la mejor novela que he leído y su elección levantó alguna
controversia, os la recomiendo para introduciros en el universo que plantea y
así poder continuar con la historia, que mejora claramente. Aunque estoy seguro
que aparecerá tarde o temprano un volumen recopilatorio de todas las novelas de
Binti, o sea que podéis esperar.
El Locus lo ha ganado “Slow
Bullets”, de Alastair Reynolds. En la línea a que nos tiene acostumbrados este
excelente autor galés, presenta una historia de space-opera muy entretenida. Las slow bullets son dispositivos
electrónicos que se introducen en el cuerpo de los soldados y que contienen
información sobre su historia y expediente, y permiten identificarlos y
localizarlos. La protagonista de la novela es una soldado que lucha en una
guerra interplanetaria y, después de tener un encontronazo con una patrulla
enemiga y quedar herida, despierta en una cápsula de hibernación de una nave
con problemas de funcionamiento, junto con varios centenares de personas, de
las que no se sabe su origen ni afiliación. La historia se centra en las
relaciones entre estos viajeros, que no se conocen, mientras intentan
sobrevivir y entender cómo han llegado hasta allí. Tangencialmente también
trata de los conflictos religiosos, la redención y la supervivencia, la
individual y la de la especie. Muy apropiada para introducirse en la obra de
este autor sin entrar en las grandes sagas que acostumbra a proponer.
En relato largo (novellette) la cosa ha estado más
repartida. El Nébula ha sido para Sara Pinsker con “Our lady of the open road”.
La historia muestra un futuro cercano muy pesimista en el que la tecnología
acaba provocando que las relaciones entre las personas sean cada vez más
escasas. Los protagonistas son una banda de rock que malvive tocando de pueblo
en pueblo viajando por carreteras secundarias en su vieja y maloliente
furgoneta. Destaca más la ambientación que la historia que nos cuenta, y la
mayoría de las tecnologías que destacan en la historia creo que las vamos a ver
más pronto que tarde. Me ha gustado, pero no considero que sea un relato
excepcional.
El Locus ha sido para “Black Dog”,
un relato de Neil Gaiman ambientado en el universo de American Gods, y que podréis encontrar en la antología Material Sensible, publicada por
Salamandra con traducción de Laura Fernández. Es una historia típica de Gaiman,
con un misterio antiguo presente en la vida cotidiana de los protagonistas. Ha
sido un placer volver a caminar con Shadow, pero creo que para disfrutar de la
historia tienes que haber leído American
Gods, y eso es un lastre. El estilo de Gaiman siempre me ha gustado, pero
este relato se me ha hecho un poco largo.
La ganadora del Hugo ha sido Hao
Jingfang, con el relato “Folding Beijing”, traducido por Ken Liu, gracias al
cual vamos descubriendo el interesantísimo panorama de la literatura de ciencia
ficción y fantasía que se está produciendo en China. Este relato va a aparecer
en la antología Planetas Invisibles,
que Lee Runas publicará en otoño de 2017. La historia plantea una situación
dantesca de exceso de población y escasez de recursos, y el uso de una solución
radical: la ciudad de Beijing se pliega y gira sobre sí misma para conseguir
alojar al máximo de personas, en tres niveles diferentes que no comparten ni
tiempo ni espacio, ya que cuando unos están activos, los otros están sedados.
El planteamiento es interesante, muy triste la segregación social con la que
especula la autora, pero tiene un cierto tono inocente, ingenuo, que ha
provocado que no me acabe de convencer del todo.
Para terminar, los premios de relato
corto (short story), que precisamente
podéis encontrar en el número 5 de esta revista, con traducciones de Marcheto y
Arrate Hidalgo. El Locus y el Hugo fue para “Cat pictures please”, de Naomi
Krtizer. La historia está narrada desde el punto de vista de una IA consciente
de su existencia y que intenta ayudar a los humanos a través de sus acciones,
más o menos evidentes, previo pago de fotos de gatitos. Muy divertido, y te
hace plantear muchas de tus acciones por la red.
El Nébula fue para “Hungry daughters
of starving mothers”, de Alyssa Wong. Este de divertido no tiene nada. Lo
considero un relato de terror, que presenta un interesante y original método de
leer, captar y alimentarse de los pensamientos que presentan una especie de
vampiros mentales que conviven con nosotros. La idea es tan buena que da para
una historia de más extensión, yo me he quedado con ganas de más, sin duda.
En fin, una buena cosecha la de este
año, que me ha servido como excusa para descubrir nuevos mundos, personajes y
autores. Esperemos que el 2017 como mínimo mantenga el nivel. !Salud y buenas
lecturas!
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