NOTA: Actualizo esta entrada que escribí originalmente en catalán para celebrar la reciente publicación de Estación Niebla, de Enric Herce, por la joven editorial Red Key Books con traducción del mismo autor. Soy un gran seguidor de su obra y me alegra mucho de que pueda llegar a muchos más lectores.
Enric Herce es uno de los autores más interesantes del panorama actual de género en catalán. Su anterior novela, Simulaciones de vida, publicada por Males Herbes en catalán y por Wave books en castellano, fue todo un descubrimiento. Me alegré mucho cuando fue traducida al castellano y así incrementó su potencial público. Hoy comentaré su segunda novela, Estación Niebla, muy distinta a la anterior en temática y planteamiento, y que forma parte de un tríptico de novelas que se pueden leer de forma independiente, pero que están conectadas y forman parte del mismo universo. Estoy convencido de que tendrá el mismo éxito que su predecesora, o incluso más.
Estación niebla es una de las múltiples estaciones que orbitan en torno a nuestro planeta, sumergido en una cruenta guerra mundial. El protagonista de la historia es Max, un ex-soldado que trabaja como policía en el departamento de Higiene Ciudadana, conocidos con el mote de basureros. Su función es controlar que los habitantes de la estación hayan consumido sus dosis de relev, una droga que frena los impulsos violentos de la población. La trama se inicia con la aparición de una nueva droga que neutraliza los efectos del relev y genera algunas situaciones de violencia en la estación.
La historia que nos plantea Herce tiene un marcado tono ciberpunk, pero también presenta una ambientación distópica, sobre todo cuando narra lo que ocurre sobre la superficie del planeta, creando una mezcla bastante interesante. En algunos momentos resulta inevitable realizar comparaciones con algunos clásicos del género, como Blade Runner, Neuromántico o Carbono Alterado.
Un tema que se le da especialmente bien a Herce es como trata la aparición de nuevas tecnologías que se esparcen rápidamente entre los usuarios y sus consecuencias a nivel social. En ese caso le toca a una tecnología que permite revivir los recuerdos del usuario, el RMM-Brance. En algunos momentos me ha llevado a pensar en productos audiovisuales que analizan el efecto de las nuevas tecnologías, como las adaptaciones de algunos relatos de Dick o la fantástica serie Black Mirror.
Por lo general creo que es una historia a la que se le ven las referencias, pero las mezcla y las utiliza de una manera muy personal, dando lugar a un producto original que estoy convencido de que permitiría hacer una adaptación televisiva prometedora.
Uno de los aspectos que más me ha gustado del libro es su estructura sin capítulos, fragmentada, lo que hace que la lectura sea muy ágil y el ritmo sea alto. La trama principal se intercala con fragmentos de otras historias que ayudan a la ambientación: memorias del protagonista, declaraciones de prensa, entrevistas, informes, retales de periódicos... incluso el seguimiento de un reality para androides en Marte.
Además, Herce va al grano; hay poca paja y toda la información es relevante. Y hay mucha, muchos detalles que pueden parecer sin relación entre ellos, pero que acaban todos atados de forma satisfactoria.
En la parte negativa, creo que el ritmo es demasiado alto en la parte final, me quedo con la sensación de que la historia necesitaba algo de pausa para terminar de atar todos los cabos, me han faltado páginas. Y tampoco me han acabado de convencer los flashbacks de cuando el protagonista era militar. Entiendo que deben estar, pero creo que no encajan con el tono general de la novela.
En definitiva, un libro que os recomiendo sin ninguna duda. Lo he disfrutado mucho y lo he devorado en pocos días. Una mezcla muy interesante de historia policíaca, ciberpunk, distopía, y análisis de las consecuencias de las nuevas tecnologías en la sociedad, con una buena ambientación y estructura original y que hace muy ágil la lectura.
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