Hace poco escribí una entrada sobre la relectura que hice de Marte Rojo, la primera novela de la trilogía de Marte de Kim Stanley Robinson. Me sorprendió la reacción de muchos de mis compañeros, que la consideraban una novela aburrida, y descubrí que tiene un alto índice de abandono.
Es cierto que no es una novela ligera, pero la lectura me resultó muy interesante y satisfactoria. Hace más de una década yo la valoré con 5 estrellas, aunque ahora seguramente bajaría mi valoración. Con muchas ganas abordé la continuación, Marte Verde, y debo reconocer que ahora entiendo algunas de las reacciones de los lectores del blog. Me ha costado entrar en la historia, ha habido momentos duros en los que he decidido continuar más por tozudez que por ganas. Tiene algunos momentos muy interesantes, e imágenes espectaculares que quedan en la memoria, pero predomina más lo que no me gusta del estilo del autor que lo que me convence.
Han pasado veinte años desde el final de la novela anterior. Los supervivientes de los sucesos del 61 viven escondidos en la colonia oculta de Hiroko, haciendo de profesores de la nueva generación resultante de las fecundaciones in vitro realizadas sin permiso con los gametos de los primeros cien. Por primera vez leemos los puntos de vista de las generaciones nacidas en Marte, así como de personajes terrestres relacionados con las grandes transnacionales.
Los personajes veteranos tienen poco protagonismo en el principio de la trama, pero van ganando peso a medida que transcurre la historia, sobre todo los que eran más secundarios. No les gusta en los que se está convirtiendo Marte, y lucharán, cada uno a su manera, para poder cambiarlo. Mi favorito es el pragmático Sax Russell. Uno de los aspectos que quiero destacar es como enfoca la longevidad de estos personajes, con su decrepitud física y mental, sobre todo en lo relacionado con la memoria. Pero incluso así, viejos y achacosos, tienen mucha influencia en todo lo que sucede en el planeta rojo.
Otro de los aspectos que me ha convencido es como analiza las consecuencias del calentamiento del planeta debido a los efectos de las acciones de terraformación y la introducción de especies vegetales modificadas genéticamente, creando así un primer ecosistema marciano.
En la parte negativa, creo que comete los mismos pecados que en la novela anterior, en algunos momentos incluso más exagerados. La descripción de los paisajes durante los viajes de los protagonistas se hace repetitiva y algo tediosa.
Las diferentes partes de la novela no están conectadas, primero parece que va a ir por unos derroteros, pero al final se acaba centrando más en la parte política y la relación con la Tierra, con reflexiones sobre la parte socio-religiosa de lo que implica ser marciano y la areoformación a la que se ven sometidos los terrestres cuando llegan a Marte. Es un aspecto interesante, pero resulta algo reiterativo.
En fin, que no me ha gustado tanto como el primero, pero continuaré con Marte Azul, que espero que pronto aparezca por aquí.
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