Me compré hace unos años Raising Stony Mayhall de Daryl Gregory después de las estupendas críticas que recibió por parte de algunos de mis compañeros, sobre todo por los añorados Verdhugos. Pero ya sabéis que las novedades pueden conmigo, de forma que la novela ha estado acumulando polvo digital en el lector hasta hace poco, cuando decidí echarle un vistazo aprovechando que la editorial Gigamesh la ha publicado en castellano como Vida y Milagros de Stony Mayhall, con traducción de Cristina Macía. La historia es tan entretenida y adictiva que me enganché y la he devorado en pocos días.
Uno de los motivos por los que no la leí en su momento, pese a las críticas positivas, es que el género zombie no me acaba de convencer a nivel literario ni audiovisual, me da una cierta pereza. Pero estamos hablando de Daryl Gregory, que es un maestro en desmontar y revolucionar géneros, como demostró en La extraordinaria familia Telemacus con los superpoderes. En esta novela, otra vez más, muestra todas sus habilidades de estilo y capacidad de especulación. Es un escritor realmente interesante.
Una familia que está dirigiéndose a casa conduciendo a través de una nevada descubre en la cuneta el cadáver de una joven. Cuando lo examinan con más cuidado descubren que está protegiendo a un recién nacido, al que intentan salvar, a pesar de su color grisáceo y su poca actividad. Pronto descubren que es un muerto viviente, al que deciden esconder, proteger y cuidar pese a los episodios de ataques zombies que se han vivido recientemente en el país y el peligro que puede comportar. Seguiremos las aventuras del protagonista a través de diversas etapas de su... ¿vida?. Los juegos de la niñez, las tonterías de la adolescencia, las responsabilidades de la edad adulta... cada parte de la novela tiene su estilo y su personalidad propia. En algunos momentos la trama me ha recordado al estilo de Stephen King por como mezcla la cotidianeidad de la niñez y juventud americanas con lo sobrenatural (incluso hay una parte relacionada con prisiones que me ha recordado a Cadena Perpetua), pero con la diferencia que Gregory utiliza mucho más el humor como herramienta narrativa.
La palabra que me viene a la cabeza cuando pienso en la historia es ingeniosa. Hay muchísimos detalles, situaciones y escenarios que dan una vuelta al género de los muertos vivientes y que a menudo me han provocado una sonrisa. Hay muchísimos ejemplos: la reacción del protagonista a su invulnerabilidad, las diferentes facciones políticas dentro de la sociedad zombie y sus argumentos, la intriga del origen de la enfermedad y su transmisión, el hecho de que los zombies no coman pero fumen como carreteros (total, problemas respiratorios no van a tener...)... En fin, que la historia desborda inventiva por todos lados.
Tengo que esforzarme para encontrar algún aspecto negativo, aunque la parte final y la resolución de la novela no me han acabado de convencer y me han dejado cierto gusto agridulce después de haber disfrutado tanto de las otras partes de la novela.
En definitiva, una novela totalmente recomendable. Gregory consigue que empatices con un personaje que es un muerto viviente, pero que muestra todas las virtudes y defectos de un ser humano. Una historia entrañable, divertida, entretenida y muy original que da una vuelta de tuerca muy ingeniosa al género de los muertos vivientes. Me sorprende que haya tardado tanto en traducirse y publicarse en España.
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