Soy un gran admirador de la obra de Santiago Eximeno, pero ya hacía tiempo que no leía nada suyo. Me llamaron mucho la atención la sinopsis y algunos comentarios sobre Lancolía, su última novela publicada por Dilatando Mentes, y decidí comprarla. Esperaba encontrar una historia de ciencia ficción. Oscura y con el toque personal de Eximeno, pero ciencia ficción.
Qué iluso que soy. La historia me ha gustado mucho, es una mezcla de géneros singular y fascinante, pero de ciencia ficción, poca. De hecho, es lo más extraño que he leído del autor, y eso es mucho decir.
La novela narra el viaje de la nave espacial Lancolía, que surca un espacio sin estrellas, negro como la brea, siguiendo un punto de luz roja, un planeta que es su destino y su esperanza. No es una nave al uso: es más ciudad que nave, más orgánica que metálica y más mágica que racional. Seguiremos su viaje a través de la visión de varios de sus habitantes. La historia es coral, con muchos puntos de vista diferentes que dan una visión de conjunto del presente de la nave y de parte de su tortuoso pasado.
Es una historia episódica y a medida que la narración avanza, mientras descubrimos nuevos tripulantes y sus historias, incrementa la sensación de extrañeza. No es una extrañeza de las que te saca de la historia, sino de las que te atrapa y provoca que quieras saber más del escenario. Me ha evocado en algunos momentos a la última novela del autor que había leído, Umbría.
También quiero destacar que hay varias capas de lectura; en la novela encontraremos crítica social, tanto hacia el poderoso como hacia el que se deja dominar sin protestar, así como referencias al enfrentamiento entre ciencia y creencia y a que no aprendemos de los errores de nuestros antepasados.
La novela es corta y queda bien cerrada, pero me quedo con la sensación de que con algunas páginas más habrían lucido más algunos personajes, sus motivaciones y algunas de las situaciones en las que se encuentran.
A mí me ha encantado la experiencia, pero no me atrevo a recomendaros la lectura sin algunos matices. Para disfrutar la novela tienes que aceptar el juego que propone el autor y dejarte sorprender. No es una historia fácil y es de esas que le das vueltas muchos días después de acabar su lectura. Hay muchas escenas oscuras, viscerales e incluso desagradables, pero la experiencia vale la pena. Seguiremos pendientes de las novelas de este fantástico escritor.
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