Santiago Eximeno tiene el dudoso honor de ser el escritor de género en castellano del que tengo más libros en mis estanterías. Nunca me decepciona y conecto mucho con sus historias, aunque acostumbran a estar lejos de mi zona de confort.
Después de Lancolía, novela que ganó el premio a la mejor obra original en castellano en el festival 42 de Barcelona, Eximeno regresa a la narrativa breve, formato en el que creo que mejor se desenvuelve, con la colección de relatos En los acantilados. La publica Dilatando Mentes, como sus tres últimas obras. El libro está formado por doce relatos bastante cortos, cinco de ellos inéditos, y una novela corta como colofón.
Una de las habilidades que más admiro de Eximeno es su capacidad para conseguir ambientar al lector en los escenarios que propone en sus historias, caracterizar a los personajes y crear una trama adictiva y sorprendente en muy pocas páginas. También valoro muy positivamente como cierra las historias; es especialista en frases finales lapidarias que dejan al lector descolocado y a menudo con una sonrisa apreciativa (de esas que piensas: qué cabrón... que bien lo ha rematado.).
Los relatos son muy variados, unos me han gustado más que otros, pero la nota media es muy alta. Mi sensación al terminar la colección es que el título podría haber sido En la periferia. La mayoría de los protagonistas de las historias son gente que se ve forzada a apartarse de lo que es norma en la sociedad. La pareja que no encuentra trabajo, la familia que debe adaptarse a un nivel social inferior al que estaba acostumbrada, los que ocupan edificios, la mujer que no puede quedarse embarazada, los sin techo, los que viven en las zonas rurales vaciadas, el que tiene que vender su cuerpo para sobrevivir... Y en estas periferias que no son tan visibles ni están bajo la luz mediática, es donde suceden cosas extrañas y donde Eximeno disfruta haciendo sufrir a sus personajes.
En la introducción el autor nos explica que uno de sus objetivos es que sintamos miedo leyendo sus relatos. En mi caso no lo ha conseguido. He sentido asco, repulsión, extrañeza, incluso he empatizado con la desesperación de algunos de los personajes. Pero miedo, no. Es por eso que los relatos los calificaría más como weird o bizarro que como historias de terror, pero las experiencias de cada lector pueden ser diferentes. Hay una excepción, Lúdico, la novela corta que sirve como final del libro en la que el autor une su pasión por los juegos de mesa con su forma de narrar historias. Rozando el gore, me ha dejado muy mal cuerpo en algunos momentos.
En el podium de mis favoritos situaría a Matrioshka, Quédate conmigo y Fracturados, pero prefiero no entrar a comentar los relatos de forma individual para no arruinar vuestra experiencia lectora ni entrar en spoilers. Solo puedo recomendaros la lectura de este libro sin ningún tipo de duda. Estoy convencido de que no será lo último de Eximeno que aparezca por aquí.
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