dissabte, 19 de gener del 2019

Los Mundos de Ursula K. Le Guin

Ya había comentado con anterioridad en el blog que me sorprendió la reacción de muchos de los compañeros con los que comparto esta afición al fallecimiento de Ursula K Le Guin. Parte de la sorpresa fue debida a que no conocía casi nada de su obra: cuando era joven intenté leer la saga de Terramar, pero ese estilo de fantasía no me convenció y no terminé ni el primer volumen, y ya no le dí más oportunidades a la autora. Los comentarios de su obra en los diversos tipos de homenajes que se le dedicaron despertaron mi curiosidad, y decidí leer alguna de sus historias de ciencia ficción ubicadas en el Ekumen, que eran las más elogiadasQuería empezar por las más famosas y galardonadas, ya que sabía que las diferentes historias son de lectura independiente y que comparten ubicación pero no trama (y si la comparten, es de manera muy tenue). Pero me atacó mi manía completista y acabé decantándome por leerlas por orden de publicación y, visto con perspectiva, creo que ha sido un acierto, ya que he podido disfrutar de la evolución de la capacidad narrativa y del estilo de la autora. Las tres que comentaré hoy están más elaboradas que las tres primeras que leí en la recopilación Mundos de exilio e ilusión, con alternancia de puntos de vista y de líneas temporales y con la introducción de estrategias diferentes para mejorar el ritmo narrativo.
El aspecto en que se basa la ambientación común a todas las historias es que una civilización antigua, los Hainitas, descubrieron diversos planetas, entre ellos la Tierra, y los colonizaron con especies humanoides, a veces modificadas genéticamente para sobrevivir en el entorno. Las diferentes colonias perdieron el contacto entre ellas y olvidaron su origen común, pero después de miles de años se retoma el viaje estelar y el contacto entre las diferentes civilizaciones, creando una Liga de planetas o Ekumen. Esta liga envía exploradores primero y embajadores después a los mundos colonizados que se van redescubriendo. Muchas de las historias siguen las aventuras de estos exploradores y embajadores y su interacción con las diferentes culturas. 
Es  ciencia ficción "soft", basada en la especulación sobre aspectos sociológicos, antropológicos y ecológicos más que en la acción, la aventura o la tecnología (en la que cabe destacar el ansible que permite la comunicación instantánea entre mundos, aunque el viaje entre ellos sea a la velocidad de la luz; ahora sé de donde viene el término que utiliza Orson Scott Card en la saga de Ender). 
El primer contacto con las tres novelas breves que se incluyen en Mundos de exilio e ilusión fue satisfactorio, pero seguramente no hubiese continuado con la lectura si no supiese que las que son consideradas sus mejores novelas venían a continuación. Menos mal, porque he disfrutado muchísimo de las tres y hubiese cometido un gran error. Seguramente cada una de las novelas que comentaré hoy merecería una entrada individual, pero prefiero hacer una conjunta, tal como hice con las tres primeras, ya que las he leído una detrás de otra en la recopilación que publicó la editorial Minotauro en 2008 con traducción de Matilde Horne y Francisco Abelenda (una edición difícil de encontrar). 


La mano izquierda de la oscuridad se sitúa en el mundo de Gueden o Invierno, un mundo frío  y cruel, y es protagonizado por Genly Ai, un embajador del Ekumen. La principal característica de los habitantes de este gélido mundo es que son hermafroditas, y en la época de celo pueden adoptar uno de los dos sexos. De esta manera, los individuos actúan como madres o padres biológicos dependiendo de como la situación hormonal ha provocado que evolucionen en su momento de celo. En un principio parece que una sociedad que no es dual será más justa y equitativa, y no existirá la violencia y la agresividad de carácter sexual, pero se muestran igualmente las desigualdades, las conspiraciones políticas y la crueldad de los individuos con miembros de su misma especie. En algunos momentos de la trama la novela coge un tono de historia de aventuras y supervivencia en medios extremos que me ha llegado tanto como la parte especulativa (cosa que es mérito de la autora). Me ha sorprendido que en algunos momentos la descripción del rol femenino tiene un leve tono machista. A lo mejor no he pillado la crítica, la ironía o el doble sentido, pero también lo he detectado en otras de las novelas y me sorprende viniendo de una autora que se consideraba feminista. También me ha costado imaginarme a algunos personajes como andróginos, no me ha ayudado el uso del género masculino para hablar de ellos. En otras obras en inglés que he leído me ha resultado más fácil por la neutralidad de los adjetivos y por el uso del pronombre they para referirse a estos personajes (cosa que al principio me descolocó). La novela ganó los premios Nébula y Hugo.


La novela corta en la que se basa El nombre del mundo es bosque también ganó el Hugo, y posteriormente Le Guin la alargó para convertirla en una novela. Es la novela más dinámica de todas las de este conjunto, y en la que profundiza menos en los conflictos que plantea, pero continua siendo una lectura totalmente recomendable y entretenida. En este caso el planeta en el que se sitúa la acción es el planeta Nuevo Tahití, habitado por unos humanoides pequeños, peludos y de color verde, los Crichis. En el planeta se ha establecido una colonia terrestre de marcado carácter militar para intentar extraer un recurso muy valioso y que ya es muy poco abundante en nuestro planeta, la madera. Los colonizadores tratan de forma muy poco correcta al planeta y a sus habitantes, hasta que estos, inevitablemente, devolverán el golpe si quieren sobrevivir. El tema central es la ecologia y los efectos de nuestras acciones sobre el medio ambiente, pero también es importante en la trama la comunicación entre culturas, creencias y fisiologías diferentes. Estoy convencido de que James Cameron se basó en parte en esta historia cuando creo el mundo de Avatar.

Para terminar, la que considero que es la mejor de todas las historias de este ciclo, Los desposeídos, y la que sería la primera en la cronología de este universo. La historia se desarrolla en dos lineas temporales diferentes y en dos planetas diferentes que orbitan uno alrededor del otro, Urras y Anarres, pero siempre protagonizada por el físico Shevek. Shevek es un habitante de Anarres, un mundo con pocos recursos con un funcionamiento social basado en la anarquía. Los habitantes de Anarres son exiliados recientes de Urras que, después de unas importantes revueltas,  se desplazaron con el objetivo de organizar esta sociedad igualitaria y empezar de cero. Pero el ambiente académico de Urras no es el mejor para que Shevek pueda llevar adelante su idea principal, y  viaja a Anarres para intercambiar ideas con otros científicos. La autora nos enseña los dos tipos de sociedades, con sus luces y sus sombras, de la carestía y la obligación moral de compartir a la abundancia, el lujo y el despilfarro de unos pocos. Aunque no es oro todo lo que reluce, en ninguno de los dos planetas. Seguramente el libro más redondo de esta autora, como comenta mi amigo Elías de Sense of Wonder (ahora ya sé de donde ha sacado el nombre de odo...). Como no podía ser de otra manera, la novela ganó el triplete de los grandes premios: Hugo, Nébula y Locus.

En definitiva, tres lecturas totalmente recomendables. Comienzo el año con buen pie. Si todavía no conocéis a la autora, como me pasaba a mi, pero no queréis leer las seis historias principales, yo me decantaría por Los desposeídos y La mano izquierda de la oscuridad, que además han de ser fáciles de encontrar, ya que se han vuelto a publicar hace muy poco en castellano, y Los desposeídos también en catalán. Por mi parte espero que no sea lo último que lea de esta autora, me llaman la atención los relatos ubicados también en este universo, y no descarto volver a intentarlo con Un mago de Terramar. Ya os contaré.

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