Miéville me tiene desconcertado. Lo que me pasa con su obra me pasa con muy pocos autores. Algunas de sus novelas me han encantado (Embassytown y Kraken, por ejemplo) y otras las he abandonado a la mitad. Esperando que sean de las del primer grupo, estoy siempre pendiente de las historias que escribe, así que cuando me enteré que NOVA publicaba Los últimos días de Nueva París, con traducción de Silvia Schettin, no dudé ni un momento en darle una oportunidad.
Una vez terminada diré que no se ha convertido en mi novela de Miéville favorita, pero no me ha costado acabarla (a lo mejor debido a su brevedad). No he conseguido conectar con la historia, pero tiene momentos muy interesantes y brillantes. Es un claro exponente de la gran imaginación de este autor, pero también de su estilo inconexo y a veces confuso. Algunas veces me funciona, otras no. En este caso tiendo a decantarme por el no.
En esta extraña ucronia situada en 1950, en una segunda guerra mundial que todavía no ha finalizado, las manifs, manifestaciones en el mundo real del arte surrealista, campan a sus anchas por una ciudad de París medio destruida y todavía ocupada por las fuerzas alemanas. Los nazis han conseguido abrir las puertas del infierno, y convocar a algunos demonios, de forma que se entabla una lucha entre estas dos facciones en un París totalmente modificado por el arte surrealista.
Todos los accesos a la ciudad estan cortados, pero hay formas de entrar y salir. Thibaut, un guerrillero surrealista cansado ya de la situación en la que vive se encuentra con Sam, una fotógrafa que ha entrado en la ciudad para documentar su cambio.
Otro arco argumental, situado en una época anterior, nos narra la historia de como se produjo el suceso que transformó París y permitió al arte surrealista cobrar vida.
El escenario es muy interesante, con fotografías espectaculares de telón de fondo, muy creativo y imaginativo, pero la historia que se desarrolla en él me ha parecido floja. Aprovechando el fin de semana en el que estamos, le daría el Oscar a la mejor fotografía, pero no lo nominaría para el de mejor guión.
No es necesario conocer las obras surrealistas que aparecen en la historia para disfrutar de la novela, pero a mi me hubiese ayudado a conectar con ella. Lo he comprobado: en la parte final hay un apéndice que ayuda mucho en este aspecto, y que, una vez leído y consultado las obras mencionadas, algunas partes que he vuelto a leer las he disfrutado mucho más, iba menos perdido.
Es por eso que creo que una parte importante de que la historia no me haya convencido es culpa mía, no me he dejado llevar, no he entrado en el juego que propone. A veces soy demasiado cuadriculado.
En fin, que yo no he acabado de disfrutar de la experiencia, pero viendo muchas de las críticas publicadas estoy en franca minoría, así que si sois seguidores de Miéville seguramente os gustará (eso si, no os recomiendo que esta sea la primera novela suya que leáis). Indiferentes no os dejará, seguro.
Otras opiniones: Sense of wonder, Sagacomic