Hace unos meses terminé la lectura de los tres libros que China Mieville ha ubicado en el fantástico universo de Bas-Lag. Los disfruté mucho, cada uno en su estilo y con matices diferentes, aunque no me atrevo a recomendarlos a todos los lectores sin ninguna reserva. Creo que los he disfrutado más porque los he leído uno después del otro casi sin interrupción; mi memoria lectora no es la que era, y como lector me pone nervioso no recordar detalles de la trama o nombres de personajes. Aunque en este caso este aspecto no es necesario; los tres libros se pueden leer de manera independiente, me atrevo a decir que incluso no pasa nada por saltarse alguno o cambiar el orden de lectura previsto. Cada uno ofrece una historia con suficiente entidad para disfrutarla por separado, pero la experiencia general creo que es más satisfactoria siguiendo la cronología de publicación y la historia interna de la saga.
Mi primera experiencia con este universo fue negativa. En mi primer intento de lectura de La Estación de la calle Perdido hace unos años la abandoné después de unas cien páginas. La trama llegó a un punto demasiado surrealista para mi gusto, algo relacionado con unas orugas psicodélicas. Esto me ha pasado a menudo durante la segunda lectura de la saga (y, de hecho, con la obra del autor, en general), pero he aprendido que superar unas páginas que no te convencen en las novelas de Miéville compensa, ya que es muy fácil que las páginas siguientes puedan dejarte con la boca abierta. Con Miéville no hay medias tintas.
El primer aspecto que cabe destacar es la originalidad de la ambientación. Es muy difícil de catalogar en un subgénero. En este universo extraño y misterioso conviven la magia y la tecnología basada en el vapor. Los seres humanos "normales" comparten ciudades con especies humanoides muy originales y sorprendentes y con humanos modificados contra su voluntad, y todo esto en un escenario de conflictos sociales y políticos, narrando situaciones épicas y espectaculares. Es conocida la tendencia política de Miéville hacia la izquierda radical, y la voz de los pobres, los oprimidos y los marginados de la sociedad que presenta en estos libros siempre está presente.
Seguramente lo que más me costó al principio fue imaginar a las razas sintientes no humanas que pueblan bas-lag: los Cactos, los Garuda, los Vodyanoi, las Kephri... cada una con sus características físicas y sociales particulares. A medida que la saga avanza aparecen más especies que no están presentes en Nueva Crobuzón y que también son muy originales, como los Anopheli, los Crostrados o los Lanzancudos. Si bien tienen un peso importante en el desarrollo de la trama de la primera novela el protagonismo de personajes no humanos es mucho menor en las dos novelas siguientes. Están presentes, ayudan a la ambientación y a proporcionar algunos momentos memorables dentro de la trama, pero siempre como secundarios. Seguramente me hubiese gustado encontrar más protagonistas principales de estas razas y descubrir su visión de las situaciones que narran las novelas.
Los escenarios son otro aspecto a destacar. En cada novela gran parte de la acción sucede en un escenario muy original que se podría considerar como un protagonista de la historia. En La estación de la calle perdido es Nueva Crobuzón, esa ciudad híbrida, de altas torres y de geografías extrañas, con sus variados distritos y sus vías de ferrocarril elevadas que parece que estén vigilando a la población. La ciudad está presente de manera más o menos importante en las otras dos novelas, pero cada una ofrece otro gran escenario extraño particular. En La Cicatriz es Armada, una enorme estructura flotante frankensteiniana que viaja por los mares del planeta, formada por una agregación de barcos capturados por piratería. En El Consejo de Hierro es un enorme tren que se desplaza lentamente sobre unas desgastadas vías que va dejando atrás y que un atareado grupo de personajes recoge y vuelve a colocar delante de la máquina, como si el tren estuviese volviendo a comer lo que ha excretado (perdón por la comparación escatológica). El gran acierto de estas ambientaciones es que el lector llega a imaginar muchos más detalles y situaciones que los que Mieville realmente describe y propone.
Tiene el mérito de sembrar pequeñas semillas que después germinan en la imaginación del lector, incluso mucho tiempo después de la lectura, como pasa con algunos alucinógenos. De hecho las novelas tiene un cierto tono lisérgico, con algunas escenas altamente surrealistas y psicodélicas.
Los calificaría como libros fotográficos, me he quedado mucho más con imágenes de algunas situaciones determinadas que con los detalles de la historia, la caracterización de los personajes y el desarrollo de la trama. No estoy diciendo que estos factores no sean importantes durante la lectura, estos aspectos están muy trabajados, pero lo que perdura realmente son las imágenes. La asamblea de los constructos, un tren congelado, una bestia submarina que arrastra una estructura flotante, la creación de gólems y de personas rehechas, las esculturas de las Kephri, los hivernáculos secretos de los Cactos, la embajada del infierno....
No todo van a ser alabanzas. El estilo de Miéville es muy personal y cuesta adaptarse a él, sobre todo en el primer libro. Mi sensación es que los dos libros posteriores son de lectura más fluida, pero igualmente tienen esa irregularidad del autor, con incrementos y bajadas del ritmo constantes. Mi otra objeción principal está relacionada con las escenas de acción, ya sean las confrontaciones a pequeña escala como las luchas épicas que implican a grandes contingentes. Tengo problemas con este tipo de escenas en la mayoría de novelas, cuesta que me gusten y me enganchen y a menudo me sacan de la historia que me interesa más. En este caso me ha pasado algo parecido, y, además, algunas se solucionan con deus ex machina poco convincentes.
En definitiva, son libros que me han dejado poso y os recomiendo su lectura. Los valoro mucho más ahora que cuando los terminé, eso es que las semillas que el autor ha plantado han ido germinando. Eso sí, el estilo del autor no es fácil y puede costar entrar en la ambientación y en la historia. No son lecturas sencillas, pero el esfuerzo realmente vale la pena. Me encantaría que Miéville volviera a visitar este universo en sus próximos libros.
Disfruté muchísimo de los dos primeros libros, pero fue empezar El Consejo de Hierro y encontrarme agotado de Bas-Lag. Todavía está pendiente una relectura. Y me pasa como a ti, hay escenas que se me han incrustado en el cerebro para perdurar más que trama o personajes (estoy pensando en el ataque de las mujeres mosquito). Tremendo, Mieville. Y luego escribe cosas como La Ciudad y la Ciudad, que es como un cuento de Borges hecho novela. No se puede tener más imaginación. Afortunadamente cada vez su estilo es más legible, incluso en psico-chifladuras como Los Últimos Días de Nueva París.
ResponEliminaEl empacho es un problema cuando lees muchas cosas relacionadas entre sí muy seguido. Me pasó con al fantasía épica. Esas anopheli...que miedo. China es un escritor muy versátil, La ciudad y la ciudad me encantó pero lo de los últimos días de nueva París no era para mi. Si no has leído Embassytown, te la recomiendo sin duda alguna. Un abrazo.
EliminaEmbassytown me encantó, CF "ortodoxa" (todo lo ortodoxo que puede ser este hombre) con inventiva a raudales. Pero la que me sorprendió más fue precisamente la de París. Pensaba que no me iba a gustar por demasiado flipada, pero es un delirio surrealista que no se dispersa, posee una coherencia que me convence y que me deja disfrutar.
EliminaDemasiado surrealista para mi gusto, y me ponía nervioso buscar las obras para poder seguir mejor la historia... Kraken también me gustó, más ligero y accesible.
EliminaEs uno de esos trilogias/universos que me da cierto respeto (no al nivel de Malaz), pero que nunca acabo de dar el pasito de empezar. Aunque ahora que voy al día de Sanderson, con algo habrá que ponerse... jajaja Miéville es muy especial, eso es innegable. Disfruta Embassytown, pero me costo mucho entrar. Menos lo hice con Los últimos días de nueva París, pero es que eso ya es el despiporre del surrealismo. Y por último, disfrute enormemente Buscando a Jake y otros relatos, un conjunto de relatos muy pero que muy notables, rebosantes de ideas ingeniosas. Un abrazo :)
ResponEliminaCreo que sólo he leído un par de sus relatos, es un formato en el que me tengo que poner. A nivel de lectura individual La Ciudad y la Ciudad es muy recomendable. Un abrazo Dani.
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