Compré Patio de recreo durante la diada de Sant Jordi debido a un impulso creado a medias por la portada y por la sinopsis. No había oído hablar del autor, Richard Powers, más tarde descubrí que es un escritor reconocido y que incluso ha ganado un Pulitzer. Puede que el hecho de ir con nulas expectativas haya sido uno de los factores que ha provocado que este sea uno de los libros que más me ha sorprendido este año.

No es un producto de los que aparecen por aquí normalmente, ya que es un libro de ficción costumbrista, con más ciencia que ciencia ficción, pero que guarda algunas sorpresas en sus páginas que creo que agradarán a los aficionados al género fantástico y por eso se merece que lo comente en el blog. La historia es un canto a la diversidad. Diversidad de ambientaciones, de orígenes de los personajes, de temáticas, de profesiones, de tramas... incluso es muy importante la diversidad biológica y la ecología. La trama es coral y está narrada a través de varios protagonistas. Por un lado, la relación de amistad entre Todd Keane, un adolescente blanco adinerado y con ciertos toques autistas y Rafi Young, un joven negro que proviene de un barrio de la periferia, pero que, gracias a una beca, puede estudiar en un centro de prestigio en que conocerá a Todd. Les unirá la afición a los juegos de estrategia, como el ajedrez o el go, pero Rafi está más interesado en la literatura y Todd en la tecnología. Patio de recreo es el nombre de una red social que Todd diseñará y que le hará multimillonario.

Para formar un triángulo se necesita una tercera persona, Ina Aroita, una joven interesada en el arte que ha crecido en las bases militares americanas y que aparece como un vendaval en la relación entre los dos jóvenes. El personaje que más me ha gustado es Evie Beaulieu, una pionera del submarinismo que consigue, a través de sus capítulos, que te enamores de los ecosistemas marinos y que te entren muchas ganas de ponerte un traje de neopreno y unas aletas de submarinismo. La trama sigue varias épocas de los personajes, con sus idas y venidas, y la confluencia final de todos en Makatea, una isla de la polinesia francesa que también podría ser considerada un personaje de la novela (es un tópico, lo sé, pero cierto en este caso).
La isla fue arrasada hace unas décadas para poder extraer fósforo, pero ahora el ecosistema se está recuperando lentamente y los habitantes viven con tranquilidad- Todo se altera cuando reciben una oferta de una multinacional que difícilmente podrán rechazar.
En definitiva, un libro muy diverso, con una prosa que me ha encantado, con muchos detalles científicos, tecnológicos, humanos, poéticos... cada capítulo es una pequeña maravilla. Y un final que me ha sorprendido gratamente, cosa que cada vez valoro más. Estoy seguro que no será el último libro que lea de este autor.
Os dejo, que voy a sumergirme un rato en el mar para hacer snorkel. Buenas vacaciones.
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