Peter Watts es un autor al que admiro por varias razones. La principal es que arriesga en las ideas que propone, sus historias no son convencionales. Eso tiene un inconveniente, ya que cuando propones historias tan personales y complejas puede pasar que el lector entre en ellas con placer como me pasó con Starfish, la primera novela de la saga de los rifters, o con Visión Ciega, su única novela publicada en castellano. Pero también puede pasar que el lector no conecte para nada y no acabe la lectura, en mi caso me pasó con Echopraxia, la continuación de Visión Ciega, una novela de la que esperaba mucho y que no llegué a terminar.
La novela que comentaré hoy, The freeze-frame revolution, forma parte de un universo/saga, The Sunflower cycle, en el que ya ha ubicado esta novela y tres relatos. Cuando terminé la novela busqué rápidamente los tres relatos porque necesitaba MÁS. Con esto os lo digo todo. Ha sido una de las historias que más me ha gustado en lo que va de año, de esas que te marcan tanto que es injusto para las lecturas posteriores, porque seguro que las vas a valorar peor que en otras condiciones.
Los tres relatos que complementan a esta novela han sido publicados en diversas antologías y revistas. The island (ganadora del Hugo al mejor relato en 2010) se puede encontrar en castellano en la antología Tiempo Profundo, o en la colección de relatos de Peter Watts Ad Astra (pero creo que esta última ya no está disponible). Los tres se pueden leer en inglés en la página web del autor. Otra de las cosas del autor que me sorprenden: la generosidad que tiene con su obra, no sólo con los relatos, también con las novelas.
Una vez leídas todas las historias veo claro que una recopilación estilo fix-up de estos relatos seria un bombazo. Ahí queda la recomendación por si me lee alguna editorial avispada. Aunque me ha desconcertado el orden en el que ha publicado los relatos, ya que si tuviera que ordenarlos para hacer la historia más comprensible no seguiría el orden de publicación y colocaría a The freeze-frame revolution en segundo lugar. Incluso me atrevo a decir que un lector que haya leído los tres relatos antes de esta novela no creo que la haya disfrutado de la misma forma que la he disfrutado yo.
Las historias están todas ubicadas en la nave Eriophora, construida dentro de un asteroide, y con la misión de abrir agujeros de gusano en varios sistemas estelares para que la humanidad pueda viajar entre las estrellas con rapidez. Pero claro, si es la nave la que abre los agujeros, aunque viaje a velocidades próximas a las de la luz, llegar a los sistemas objetivo llevará mucho tiempo. Se abren entonces especulaciones muy interesantes sobre qué le habrá pasado a la humanidad. A veces, al abrir los agujeros, aparecen algunas sorpresas...
La nave está tripulada por varios miles de personas que pasan la mayor parte de su vida en hivernación, y que solo son despertados en pequeños grupos de 4 o 5 cuando el ordenador de la nave se encuentra con una situación que necesita "el toque humano". Y es que el ordenador de la nave ha sido construido de forma que no sea una IA, para que, después de tanto tiempo de viaje, no adquiera objetivos propios y continúe ciñéndose al plan de la misión. Este es otro de los pilares de la trama, y al que el autor le saca mucho jugo.
La historia tiene lugares comunes con otras de las obras del mismo autor. Watts es especialista en poner a sus personajes en situaciones extremas, y está muy interesado en las modificaciones que necesitarían para poderse adaptar a ellas. En el caso que nos ocupa, los tripulantes, denominados esporas, han sido concebidos y entrenados para poder participar en esta misión. No se profundiza demasiado en este aspecto, espero que forme parte de próximas historias situadas en este universo.
Otro aspecto común es la importancia y el protagonismo que le otorga a las naves, y a los detalles de su diseño y estructura.
En definitiva, una lectura totalmente satisfactoria. Un escenario impresionante en el que coloca una trama adictiva, que genera tensión y con especulaciones muy interesantes. Eso si, con el estilo peculiar del autor, que a veces es un poco difícil, pero si llegáis a conectar, no podréis dejar de leer. Os la recomiendo sin ninguna duda.