divendres, 21 de novembre del 2025

En la cima del mundo - Alice B. Sheldon

Una de las autoras clásicas de ciencia ficción que hasta hace poco tenía pendiente de leer era Alice B. Sheldon. Esto lo solucioné  gracias a que Duna Llibres publicó en catalán el año pasado la novela breve Houston, Houston, ¿me recibes?, con traducción de Ernest Riera. Me gustó mucho, y cuando supe que Chronos publicaba también en catalán la novela En la cima del mundo con traducción de Lluís Delgado, subió rápidamente puestos en la pila. En castellano se publicó hace casi cincuenta años en la colección Nebulae con una portada, como mínimo, extraña, típica de esta colección.

Ha sido una de las lecturas más sorprendentes del año. Me ha gustado mucho el estilo de la autora y la estructura narrativa, aunque algunos momentos son demasiado lisérgicos, motivo por el cual no le pongo una matrícula de honor. A pesar de tener casi cincuenta años, ha envejecido de forma espectacular, podría pasar perfectamente por una novela contemporánea, tanto en lo que se refiere a la trama, como al tratamiento de los personajes, su diversidad y sus relaciones.
La historia está contada por tres voces muy diferentes. El desencadenante de la trama que narra la novela es un ser gigantesco, de un tamaño que casi podría medirse en años luz, que pierde la referencia de sus compañeros y, como si fuera un niño pequeño, vaga por la galaxia creando el caos y destruyendo estrellas y los mundos que las acompañan, con total indiferencia. La segunda voz son los habitantes del planeta Tyree, unos seres capaces de volar en las fuertes corrientes de aire que se generan en su planeta y que tienen poderes mentales para comunicarse y modificar su entorno y muestran sus emociones mediante patrones visuales en su superficie.

Cuesta un poco ubicarse en el mundo de Tyree, con sus percepciones, la anatomía de los habitantes, su sociedad, el rol de los sexos, cómo se comunican... como lector vas entrando poco a poco, es uno de los retos interesantes que presenta la novela, pero Sheldon no lo pone fácil. Los habitantes de Tyree, muy sensibles y capaces de captar las sensaciones de seres vivos que viven en otros sistemas solares, detectan que hay muchos planetas que están muriendo por acción de una fuerza a la que ellos llaman El destructor. Lo peor de todo es que va en dirección a su planeta. La amenaza provoca que intenten ponerse en contacto con los habitantes sensibles que han detectado en otro planeta más alejado de la trayectoria del Destructor, la Tierra. El tercer pilar de la trama está protagonizado por un conjunto de terrestres que están participando en un experimento organizado por el ejército estadounidense para comprobar si tienen algún tipo de poder mental: telepatía, telequinesis, predicción...

El elenco de personajes que participan en el experimento y sus guardianes militares es muy diverso y curioso. Mi favorito es el médico descreído, drogadicto, cínico respecto a los poderes mentales que están investigando, que pierde el culo por una de sus ayudantes y que esconde algunos secretos. Aunque debo admitir que estos secretos los he visto venir pronto, quizás la autora pretendía que  fuera así. Creo que es mejor no explicaros cómo las tres tramas se conectan y confluyen, daría demasiada información y arruinaría la experiencia lectora. Me voy a limitar a comentar que me han sorprendido muchos detalles, especialmente los juegos con las personalidades de los distintos protagonistas, los cambios en las voces narrativas y su orden, y algunos giros argumentales que no he visto venir. También quiero destacar la visión optimista, muy de moda en la literatura actual, de las relaciones entre las diferentes especies sintientes, y que la percepción de la conciencia sea inmediata, aunque las mentes estén a distancias siderales. Da mucho juego a la historia.

No quiero olvidarme del contraste entre Tyree y la Tierra. Uno es un mundo dinámico, donde el movimiento, el color y la percepción de lo que piensan y sienten los demás es muy importante. El otro, el nuestro, es estático, estamos atrapados en la superficie por la gravedad, y es mejor no hablar de cómo nos relacionamos. Da un poco de envidia al mundo que ha imaginado Sheldon. Ha habido escenas que me han impactado y emocionado y, me repito, creo que es un libro muy moderno y que ha envejecido muy bien respecto a la época en la que se escribió, hace casi cincuenta años. Trata sobre roles de género, de homosexualidad, de relaciones entre etnias diferentes... Sin embargo, es cierto que algunos momentos son muy lisérgicos y poco comprensibles, sobre todo los referentes a lo que ocurre dentro del Destructor, pero mira, hice un acto de fe con gusto. Solo hace falta que echéis un vistazo a las portadas que he añadido para ilustrar esta entrada y supongo que me entenderéis. Quizás  hubiera necesitado un poco de dopaje para ayudarme en la comprensión. Leer algunas escenas de esta novela con la percepción alterada por las drogas debe ser una experiencia. Ya no tengo edad, lástima. 

En fin, que os recomiendo este libro sin lugar a dudas. Esta autora tiene muchas cosas interesantes que decir, y estoy convencido de que este no será el último libro suyo que comentaré. Le he echado el ojo a una colección de relatos, en los que es considerada una especialista. Ya os contaré.

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