Una de las sagas que me ha sorprendido más desde que tengo el blog es la Saga de la transformación de Neal Asher. Hoy os presento el tercer y último libro de esta trilogía, Infinity engine.
La historia que nos explica esta saga se sitúa en el rico universo de The Polity, en el que el autor ha ubicado ya unas quince novelas. En este escenario situado muchos siglos en el futuro, la tierra está gobernada por las IA y la humanidad ha colonizado muchos mundos gracias al viaje casi instantáneo por las estrellas mediante una tecnología llamada runcible. Durante esta expansión, como era inevitable en una historia de estas características, hemos entrado en contacto con algunas razas inteligentes, y con una de ellas, los Prador (una especie de cangrejos gigantes con muy mala leche), hemos entablado un guerra cruenta. En el momento en que se narra esta historia la guerra ha terminado y las dos especies han firmado una tregua frágil y inestable.
La saga trata principalmente de las acciones de una IA renegada llamada Penny Royal que después de la guerra se ha instalado en The Graveyard, una zona que no está bajo la influencia de ninguno de los dos bandos, y se ha dedicado a hacer favores y establecer contactos y negocios con piratas, mercaderes de armas, mafiosos, Prador renegados... El precio a pagar para que Penny Royal te ayude es más alto de lo que parece, y no siempre va relacionado con el dinero.
Aunque la historia orbite alrededor de las acciones de Penny Royal ella no es la protagonista, y hay muy pocos capítulos que veamos su punto de vista. Los tres libros son muy variados tanto por personajes como por ubicación. Las tres historias son corales, con muchos y diferentes personajes con punto de vista (humanos, IA y Prador), y que tienen en común haber sido perjudicados o transformados por su contacto con Penny Royal. A medida que la saga va avanzando todos los personajes van confluyendo hasta la resolución de la trama.
La historia no es nada sencilla, y la lectura es densa, poco ágil. La variedad de personajes, situaciones, motivaciones y el hecho de que las acciones de Penny Royal estén siempre envueltas de misterio y no se aclaren hasta el final provocan que la trama sea difícil de seguir.
El primer libro, Dark Intelligence, se centraba en presentarnos los personajes y sus motivaciones, y presentaba muchos viajes a planetas diferentes, de forma que en ese primer libro ya conocemos casi todos los escenarios importantes de la saga y a los que regresaremos en las novelas posteriores. La segunda novela, War Factory, nos presenta las transformaciones que estan sufriendo los personajes, y se centra mucho más en batallas espaciales, la claustrofóbica vida dentro de las naves y en la etologia de los Prador. Las dos novelas, ni que tengan un estilo parecido, son diferentes y me gustaron mucho las dos. Por eso estoy un poco decepcionado después de haber terminado el tercer libro, ya que la resolución de la saga no me ha convencido.
La novela tiene todas las características que provocaron que los dos primeros libros me encantasen, y repite fórmula y estructura, pero el conjunto final es más flojo. Puede que sea que muchos personajes coinciden en el espacio y el tiempo y por tanto hay menos variedad, o que hay muchos fragmentos destinados a narrar batallas en el espacio, o a describir la construcción de grandes estructuras, pero me ha enganchado mucho menos que sus antecesoras, y incluso me ha costado terminarlo. Al final el ritmo mejora, pero la parte central se me ha hecho eterna.
Cabe también la posibilidad que sea culpa mía. Se podría achacar mi baja valoración a que esta lectura tan densa y que requiere tanta atención no sea la más adecuada en mi situación personal.
Me sabe mal después de haber disfrutado tanto en algunos momentos acabar con tan mal sabor de boca. La verdad es que a lo largo de la saga Asher demuestra que tiene una gran capacidad de creación de escenarios y situaciones espectaculares, y que no tiene nada que envidiar a sus colegas de las islas británicas, los reyes de la space-opera: Reynolds, Banks y Hamilton. Es una lástima que haya tan poco de su trabajo traducido al castellano.