Como ya comenté en su momento el conjunto de relatos ucrónicos El ciclo de Xuya de Aliette de Bodard, publicado por Fata Libelli, me encantó. Considero que fue un gran acierto publicar todos los relatos en un mismo volumen, los disfruté mucho más que no cuando algunos los leí de manera independiente porque me facilitó mucho más la introducción en la alternativa temporal propuesta por la autora.
La novela breve que comento hoy, En una estación roja, a la deriva, se sitúa en el mismo universo, y retoma temas y tecnologías ya presentes en algunos de los relatos de la anterior antología, pero la longitud de la obra le permite profundizar un poco más en los personajes y sus motivaciones, factor que a veces quedaba un poco en el aire en su narrativa más breve.
Con un tono pausado y basando la trama más en las relaciones entre personajes que no en la acción, de Bodard nos sitúa en la estación Prosper. Esta estación espacial está gobernada y controlada por una Mente (una IA que nació de un útero humano, como se narra en uno de los relatos de la antología anterior) y habitada por las diferentes ramas familiares de sus descendientes, de forma que todos en la estación están emparentados.
La guerra ha provocado que los miembros considerados más aptos de la familia hayan tenido que abandonar la estación, que pasa a ser dirigida por personas que no tienen la formación necesaria, con la inseguridad que eso les genera.
A la nave llega una magistrada exiliada de su planeta, una prima lejana, que es recibida con suspicacia por parte de la dirigente de la estación. La novela se basa en la interacción entre estas dos mujeres (como es habitual en la obra de la autora), con la decadencia de la nave como telón de fondo.
La historia me ha gustado, pero hay algunos aspectos referentes a la cultura representada que se me hacen muy extraños. Uno son los nombres; me cuesta mucho identificar y relacionar los nombres asiáticos con sus personajes.
El otro son sus reacciones a las situaciones planteadas en la novela. No entiendo la gran indignación que sufren por cosas que en nuestra cultura serían consideradas irrelevantes o se solucionarían con un par de gritos, y tampoco entiendo cómo aguantan estoicamente en situaciones de máxima tensión. Me intrigan sus reacciones, pero provocan que no acabe de empatizar, considero que todos los personajes están demasiado comedidos, con demasiado autocontrol, y, desde mi punto de vista, eso los hace irreales.
La novela es muy entretenida, con un ritmo tranquilo, pero mantiene la tensión en los momentos necesarios, y el escenario donde transcurre la historia, la estación espacial, está muy bien logrado, de forma que no desentona con el excelente world-building que ha creado la autora en sus obras centradas en esta ucronía.
En resumen: Una lectura totalmente recomendable, como gran parte de lo que nos ofrece esta editorial, pero aconsejaría primero leer los otros relatos para tener la ambientación más clara, más referencias, y así poder disfrutar más de la novela.
Otras opiniones de la novela: Sense of Wonder , Not a review
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