NOTA: Esta es mi colaboración con el segundo número de la revista Supersonic. Contiene, entre muchísimas cosas interesantes, relatos de figuras internacionales como Liu Cixin, Alastair Reynolds y Aliette de Bodard. No os lo podéis perder.
Este jugoso premio, organizado por la Facultad de ciencia y
tecnología de la Universidad del País Vasco, lleva entregándose de manera
continuada desde 1989, aunque ha sufrido diversas modificaciones en sus bases.
Lo que siempre se ha mantenido, y a mi parecer es lo que le da su principal
atractivo, es la longitud de las obras presentadas, entre 15000 y 25000
palabras, en el límite entre un relato largo y una breve novela corta. Este
formato permite a los escritores ofrecer lo mejor de la narrativa breve y
también ampliar la presencia de los diálogos y profundizar mucho más en las
tramas y en la ambientación.
No sabéis cuánto he disfrutado leyendo para poder escribir
este artículo. La calidad de los ganadores y finalistas de este premio es muy
alta y hay tantos relatos merecedores de comentario que la selección ha sido
muy difícil. Una de las ideas básicas de esta sección es que los relatos que se
comentan sean accesibles al lector a través de la red, aunque en este caso, al
final, haré excepciones y mencionaré a algunos muy recomendables que se pueden
encontrar en formato digital y que ya he comentado con anterioridad en mi blog
(para no repetirme, básicamente). El servicio de publicaciones de la
Universidad del País Vasco publica regularmente volúmenes conmemorativos que
recogen los finalistas y ganadores de diversos años, pero muchos de estos
volúmenes están ya descatalogados y son de difícil obtención. Si tenéis la
oportunidad de haceros con alguno no lo dudéis.
Soy de los que prefiere empezar a leer el diario por la
contraportada, así que empecemos por el final. Una de las historias ganadoras
de 2014 ha
sido Horror Vacui, del prometedor escritor Javier Castañeda de la Torre. Utilizando
diversas técnicas como entrevistas, informes médicos, cartas…nos describe una
sociedad futura influenciada por una nanotecnología que permite, alterando la
química celular, controlar y monitorizar el comportamiento de las personas. El
protagonista es un policía que, gracias a esta tecnología, intenta prevenir y
evitar la comisión de crímenes violentos, pero de una manera mucho más sutil
que la que elige Philip K Dick en The Minority Report. El relato toca temas tan interesantes como la
posibilidad real del libre albedrío y otras consecuencias morales del uso de
esta tecnología, un poco coartadora de la libertad. En la página web del autor
también podréis descargaros su relato finalista en la edición de 2013, La paradoja de Teseo, un relato un poco más clásico en
formato y temática, aunque con algunos giros interesantes en la trama, que
trata sobre la existencia, la individualidad, y las nuevas oportunidades que
puede presentar el viaje en el tiempo.
El viaje en el tiempo, precisamente, es un pilar importante
en las temáticas utilizadas por los autores de ciencia ficción, y no podía
faltar una representación en esta selección. Francisco Jesús Carrera Troyano
le da una vuelta de tuerca y nos ofrece el divertido relato El novato temporal, segundo clasificado en 1989, en el
que un experimentado policía del tiempo encargado de controlar viajes no
autorizados a la España del Siglo de Oro debe encargarse de solucionar un caso
con la ayuda de un compañero con muy poca experiencia. Muy interesante la
ambientación y el world-building, que daría para situar muchas más historias.
También sobre los viajes en el tiempo trata Tiempo reciclado, de Juan Ruiz Gallego, segundo clasificado en 1994. Un programa
televisivo organiza viajes en el tiempo para grabar y emitir episodios relevantes
(y morbosos, a poder ser) de la historia de la humanidad, pero sin influir en
los acontecimientos. Un detective privado es alquilado por el jefe de la cadena
de televisión para que se desplace al Londres Victoriano. Una interesante
mezcla de historia de detectives y ciencia ficción, aunque de resolución algo
previsible.
No podían faltar aquellos relatos que tuviesen en cuenta el
contacto con especies alienígenas no precisamente amistosas. Encontramos
varios, los que optan por un enfoque divertido, como Me pareció ver un lindo gatito , ganador en 1997 y que forma parte
del Universo Corporativo, escenario muy interesante en el que sitúan sus obras
los escritores Guillem Sánchez y Eduardo Gallego, que van a ser
protagonistas habituales de esta sección. Con un marcado sentido del humor el
relato nos explica el asalto que sufre una nave civil por parte de una especie
alienígena desconocida. El único superviviente es un gato, y el ordenador
central, muy mermado después del ataque, intentará hacer todo lo posible para
que los atacantes no consigan información relevante sobre los mundos humanos. Con
un estilo mucho más agobiante y pesimista y narrado en una primera persona,
quizá en exceso cargada de adjetivos y repeticiones, está el relato ¿Podemos celebrar ya la victoria? de Víctor Guisado Muñoz, finalista del 2013. La historia central es el viaje que una
patrulla de soldados debe hacer a través del paisaje desolado de un planeta en
guerra hasta el punto de encuentro donde serán rescatados, mientras son
perseguidos por unos alienígenas poderosos e implacables (y muy originales, por
cierto). En algunos momentos me ha recordado algunas de las más aterradoras escenas
de la saga Alien.
La colonización del sistema solar también está presente con El bosque de Hielo, ganador en 1995, escrito por el
gran escritor Juan Miguel Aguilera.
En este gran relato relaciona la colonización de la Nube de Oort con el
descubrimiento de una especie alienígena, y, casi sin darnos cuenta, la
historia acaba generando una reflexión muy interesante sobre el tiempo y su
relatividad. No es extraño que sea uno de los relatos más importantes de la
ciencia ficción española. De la misma manera podríamos calificar al relato El Hombre dormido, de César Mallorquí, segundo clasificado en 1993. Con la excusa del
estudio de los sueños de personas especiales que, cuando duermen, presentan
ondas nuevas en sus electroencefalogramas, el autor nos presenta un relato muy
poético y un mundo onírico que nada tiene que envidiar al creado por el Neil Gaiman. (Podréis encontrar este
relato junto con el excelente La pared de Hielo, ganador del 1992, en la
imprescindible antología El Círculo de
Jericó). También relacionado con los sueños, pero desde una perspectiva muy
diferente, encontramos El sueño de la razón, de Armando Boix, segundo calificado en 1996. La protagonista es una
enfermera que trabaja en un centro en el que los pacientes han elegido pasarse
lo que les queda de vida durmiendo, soñando sueños de su elección. Un muy buen
relato, con un fantástico y sorprendente final.
Sokrates, escrito por Óscar Fariña fue el
relato ganador en 1996 es el representante de la temática relacionada con las
IA. El relato es una mezcla interesante de historia, alquimia y ciencia que
narra la construcción de un androide siguiendo unas instrucciones un poco
místicas, para conseguir albergar a una inteligencia artificial que lleva mucho
acompañando a la humanidad, aunque nada es lo que parece.
Si hablamos del premio Alberto Magno hay tres nombres que,
por presencia en el palmarés, deben destacar sobre los demás. Por un lado
tenemos a José Manuel González Rodríguez
con siete relatos premiados. Todos estos relatos están recopilados en el libro Recuerdos de la vieja tierra, que, desgraciadamente, no está
disponible en formato digital. No he leído ninguno (prometo solucionarlo) y no
puedo recomendarlos, pero creo que merece la mención en el artículo.
El pódium lo comparten dos escritores por los cuales siento
gran admiración. Por un lado tenemos a José
Antonio Cotrina, que con el relato Lilith, el juicio de la Gorgona y la
sonrisa de Salgari
ganó en 1998. El relato, una mezcla muy interesante de ciencia ficción y
fantasía urbana nos introduce a un nuevo universo caracterizado por la
existencia de ciertas bases espaciales indetectables que están orbitando a
diversos cuerpos del sistema solar, y en las que la tecnología avanzada y la
magia van de la mano. Un escenario muy interesante utilizado en otros relatos
conocidos del autor, como Entre líneas,
y al que espero que regrese en breve. En los últimos tiempos Cotrina está publicando algunos de sus
relatos ganadores del certamen en formato digital y a un precio muy asequible.
Os recomiendo Mala racha (ganador en 2000), Luna de locos (ganador en 2007) y Amanecer (premio UPV 2002).
Y ya para terminar, el segundo autor que más menciones ha
recibido en este premio es Santiago
García Albás. Con el relato El robot brindó con ellos nos presenta un concurso organizado
por una empresa fabricante de androides, en el que los concursantes, que deben
convivir en una mansión victoriana, deben reconocer cuál de ellos es un robot.
De repente uno de los participantes aparece asesinado y a partir de ese momento
se inicia una investigación con tintes de novela de Agatha Christie para
encontrar al asesino. Un relato divertido y un poco surrealista, alejado del
estilo que presenta el autor, un poco más oscuro y pesimista. El año pasado García Albás publicó cuatro de sus
relatos premiados en este certamen y con un fondo común del uso de la realidad
virtual y la modificación de las percepciones bajo el título de Cybersiones
(que también podéis adquirir en formato físico). Los relatos son La parte del ángel (ganador en 2008), El rey Lansquenete (ganador en 2013), El mundo de SIC
(segundo premio en 1997) y Delirios de grandeza (segundo premio en 2007). No puedo
hacer más que recomendar estos cuatro relatos, que fueron los que durante el
verano pasado provocaron mi interés por el premio Alberto Magno y, en mi
cruzada por ponerme al día en la ciencia ficción española, me han hecho
descubrir autores e historias fascinantes.
Nada más, espero que disfrutéis de la lectura de estos
estupendos relatos, y os emplazo a la próxima edición, en la que revisaremos
los relatos ganadores de otro premio de la ciencia ficción española. ¡Salud, y
buenas lecturas!
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